El descubrimiento de mi futuro por Julián Santoro 5 año

En una noche de intensa tormenta en la que yo me encontraba solo en mi casa, no había nadie y me estaba por ir a dormir. Había estado jugando al fútbol durante la tarde y estaba realmente agotado. Hacía muchísimo calor a pesar del horrible clima con lluvia y relámpagos, así que quise acostarme apenas llegué a mi hogar sin comer ni un pedazo de pan ni tomar un poco de agua.
Al instante que apoyé la cabeza sobre la almohada, a los pocos segundos me quedé profundamente dormido. Pero senté algo en mí interiormente que me hizo despertar repentinamente. Lo curioso y extraño de esta distinta e incomprensible situación, fue no reconocer mi cuarto; me levanté de una cama, mas no era la mía, las paredes eran totalmente diferentes, había cuadros muy raros y unos dientes postizos sobre la mesita de luz. Este último detalle me impactó sorpresivamente y me pregunté dónde me hallaba. Salí del cuarto y me di cuenta que era imposible que esta sea mi casa. Por un instante, me había vuelto loco pensando cómo había llegado ahí y creí que había entrado a otro lugar de manera sonámbula al estar completamente dormido.
Llegué a un largo pasillo repleto de más cuadros y pinturas con diferentes tamaños y dibujos; me llamó la atención particularmente una de estas en la que había un hombre muy mayor con su esposa pensé, en la que ambos se encontraban juntos en una plaza que se me era muy familiar y conocida. Continué caminando hasta el final de aquel pasillo y me topé con un cuarto cerrado, quise abrir la puerta pero no logré hacerlo.
Entonces al lado de esa habitación había una escalera y bajé. En el momento que llego abajo, escucho una voz de un señor, un poco ronca y avejentada. El ruido de aquella voz provenía de ese cuarto al que no pude entrar y subí. Es inexplicable lo que sentí y pensé cuando volví arriba y vi o que vi. En frente
mío había un anciano de aproximadamente unos ochenta años con pelo canoso, mucha barba y sostenido por un bastón. Claramente, el sorprendido no fui yo únicamente, esta persona asombradísima me preguntó me preguntó quién era; yo no sabía cómo explicarle cómo había llegado a su casa pero le conté como pude ya que era algo muy complicado. Ninguno de los dos entendía ni sabía nada. Sólo puedo decir que ese hombre mayor que habitaba en esa casa era yo, no sé cómo explicar por qué estoy tan seguro pero lo sentí así. Seguramente en unos sesenta años o más me veré tal cual a él.
Finalmente, mi persona en modo anciano se rió de lo que le había contado yo y me dijo su nombre. En algún momento lo presentía, antes que me lo diga él claro, y terminé convenciéndome de aquel increíble pensamiento. Se llamaba Julián Santoro.

No hay comentarios: