Claves en los nombres del Quijote, por Josep M. Albaigès i Olivart

Parece adecuado, en este año de Cervantes, hacer un breve análisis a la onomástica del Quijote. Un examen de los centenares de personajes y topónimos que aparecen en la obra sería tema para una extensa tesis doctoral; nos limitaremos en esta comunicación a los que más visiblemente transparentan la intención de su creador al imponerlos.
Nunca elige el autor de una novela los nombres de sus personajes al azar. En ellos tratará de introducir al lector en mundos folclóricos, históricos o ambientales, cuando no transmitir recuerdos personales o incluso claves para la interpretación de acciones o sentimientos. El monsieur Sans-Délai de Fígaro nos da una idea inmediata de la eficacia del expeditivo francés, en contraste con la indolencia hispánica, y el frecuente nombre de Bato (‘rústico, torpe’), tan aplicado a los pastores en las obras teatrales de Lope de Vega, nos transmite el carácter de estos personajes.
No fue una excepción la obra cervantina, por la que desfila una riquísima galería de
Don Quijote y Sancho (Picasso)
personajes, algunos reales, los más ficticios, unos tomados de la literatura anterior, especialmente la caballeresca, los más inventados por el ilustre manco de Lepanto. Sorprende que no se haya emprendido hasta ahora, que sepamos, un análisis a fondo de las intenciones de Cervantes en la elección de cada uno de estos nombres; quede al menos iniciada la tarea con este modesto trabajo.
Los nombres preexistentes ofrecen una dificultad de interpretación. La mayoría de ellos pertenecen al acervo caballeresco o al mundo clásico, y a menudo sus primitivos portadores son desconocidos por el lector de hoy, que se ve por ello incapaz de captar la nota transmitida por ellos. ¿Quién se acuerda hoy de Sacripante, el que combatiera con Fierabrás? ¿O de la legión de gigantes, brujas, encantadores y demás personajes del acervo caballeresco? Otros personajes reales son recordados a duras penas, como Perot Rocaguinarda, o en absoluto, como Jerónimo de Pasamonte. Por ello resulta sumamente difícil emprender una búsqueda de las raíces en que pudo inspirarse Cervantes para la puesta en escena de su mundo humano, y, sobre todo, la intención última que le movió a escoger para los creados por él determinados nombres, que transmitirían conexiones desconocidas entre su vida y el de su mundo. Que otros continúen la labor, aquí únicamente iniciada.


Antropónimos

Miguel de Cervantes Saavedra. Empecemos con el mismo autor, cuyo nombre de pila Miguel es netamente hebreo y aparece en el Antiguo Testamento, portado por el arcángel jefe de las cohortes celestiales que derrotó a Satanás. Del hebreo mika-el, 'Dios es justo, incomparable', o, simplemente, '¿Quién como Dios?'. Quizá lo hayan tenido en cuenta los que han insinuado su origen judío. En cuanto a los apellidos, ambos denotan un origen gallego en los antepasados del Manco de Lepanto (él escribía casi siempre Cerbantes, aunque toleraba no sólo Cervantes sino incluso Ceruantes). Llevan este nombre nada menos que 133 entidades de población en la provincia de Lugo, y un municipio en la de Zamora. Dice Gutierre Tibón que “se considera acuñado sobre el primer signum visigótico Cervantius, derivado de cervus, ‘ciervo’. Pero no es imposible que el apellido fuera un simple patronímico de Servando (*Servandes, modificado ortográficamente). En fin, Saavedra remacha el origen gallego, al ser originario de la provincia de Orense, del bajo latín sala vetera, con el significado de ‘caserío viejo, quinta vieja’. La palabra de origen gótico sala tenía un significado más amplio que hoy, aplicándose a cualquier casa, especialmente de campo. En cuanto a vetera, ‘vieja’, la hallamos también en Pontevedra, ‘puente vieja’.

Cide Hamete Benengeli. El imaginario autor del Quijote es un nombre arábigo claramente inventado por Cervantes. Su primer componente, Cide, es variante de Sidi, Said, o Cid (cf. el Cid Campeador), y significa ‘señor’. Hamete es una de las muchas formas que reviste el árabe Ahmed, de zahmed, 'el más alabado', título aplicado fundamentalmente a Mahoma y extendido posteriormente a importantes personalidades. En fin, Benengeli significa ‘hijo de Engel’, aunque este nombre no parece árabe de ninguna manera, y pudiera ser un simple invento derivado a partir del germánico Engel, ‘ángel’. De hecho, el propio Cervantes se mofa de él al llamarle, en boca de Sancho, Cide Hamete Berenjena.

Alonso Quijano. El nombre de pila del protagonista es Alonso, simple variante de Alfonso, derivado del nominativo del germánico hathus, hilds, 'lucha combate, pugna', por all, 'todo, total', y funs, 'preparado, rápido': hathus-all-funs, 'guerrero totalmente preparado para el combate' (obsérvese que con el genitivo hilds, daría Hildefonso o Ildefonso, considerado habitualmente como variante de Alfonso). Es el nombre más repetido en las casas reales españolas. En cuanto a Quijano, es un lugar en el municipio de Piélagos (Santander), pero el apellido deriva sin duda, lo mismo que Quijada o Quesada, también citados, del nombre del personaje literario, don Quijote.

Don Quijote. El nombre del héroe cervantino está inspirado en el quijote, pieza del arnés destinada a cubrir el muslo, en la cual pensó sin duda Cervantes. Por el lat. coxa,
Don Quijote y Sancho
‘cadera’, a través del catalán cuixot, todavía hoy aplicado a la pernera del pantalón. La palabra, por cierto, no aparece más en toda la novela. Hay motivos para pensar que el nombre del protagonista fue elegido irónicamente, con referencia a ese elemento de la armadura aprovechando el sufijo despectivo –ote, que de todos modos gozaba de tradición caballeresca por Lanzarote del Lago.

Sancho Panza. La elección del nombre por Cervantes remarca la vulgaridad que inicialmente quiso imprimir al personaje. Sancho, derivación del lat. sanctus, ‘santo’ (alusión a la festividad de Todos los Santos), inicialmente nombre de reyes, había devenido muy popular en tiempos de Cervantes, y era propio de villanos. En cuanto al apellido Panza (latín pantex, panticis, ‘vientre’, especialmente el muy abultado), sería un simple apodo que remarcaba la gordura de Sancho.

Aldonza Lorenzo. La dama de don Quijote tenía nombres corrientes: Aldonza, germánico derivado de ald-gundi, ‘noble y famoso’. Observemos que el nombre, en su pronunciación, acabó siendo equivalente a Dulce (por pérdida del prefijo aparentemente árabe al-, y metátesis de la n en l, como en Lebrija/Nebrija), lo que explica el nombre de Dulcinea.
Dulcinea
En cuanto al apellido, evocaba al latín Laurentius, ‘coronado de laurel’ (laurus), es decir, figuradamente, ‘victorioso’ (pues con las hojas de esta planta se distinguía a los héroes y campeones).

Dulcinea del Toboso. Este nombre, “músico y peregrino”, evocaba sin duda a la citada equivalencia Aldonza = Dulce, rematada con la terminación adjetivadora –ea, que recordaba a Melibea. Ver más adelante la nota sobre El Toboso. La leyenda afirma que Cervantes se inspiró para su figura en Ana Zarco, una dama local, que sería la “dulce Ana”.

La mujer de Sancho Panza. El primer misterio es el nombre de ésta. Cervantes, proclive a las confusiones en su libro, en las alusiones que hace a ella en la I Parte la llama, Juana Panza, y también Juana Gutiérrez y Mari Gutiérrez en un solo párrafo. Ya en la Segunda parte, donde su presencia es más abundante, aparece como Teresa Cascajo y Teresa Panza. Con todo, no son totalmente incompatibles todas estas denominaciones, pues la mujer (hija de un tal Cascajo) tomaba comúnmente el apellido del marido (como advierte el mismo Cervantes), y era frecuente la imposición en el bautismo de hasta tres nombres de pila, todos ellos muy corrientes en la época y hoy. Juana, femenino de Juan, procede del hebreo yohannan, 'Dios es propicio, se ha compadecido'. San Juan Bautista inició su masiva difusión, que ha dado lugar a multitud de portadores célebres y arquetipos relacionados con su uso. Mari, hipocorístico de María, es igualmente hebreo, hoy el nombre femenino más popular en España, pero por esta misma causa es poco frecuente solo, y es habitualmente el complemento de otro (¿Mari-Juana?). Procede del hebreo Miryam, para el cual se han propuesto hasta setenta interpretaciones: por citar un par de las más conocidas, el hebreo mara, 'contumaz', y el egipcio mrym, 'amada de Amón', es decir, de Dios. El nombre aparece transformado en la Vulgata en la actual María, cuyo uso no se popularizó hasta bien entrada la edad media por tabúes religiosos análogos a los que rodeaban los nombres de Cristo o Jesús. Finalmente, Teresa, muy en boga en la época por la popularidad de santa Teresa de Jesús, carece de un significado claro: es habitual considerarlo forma femenina del nombre del adivino mitológico griego Tharesios, que según parece, procedería de thereios, 'animal salvaje', lo que hace interpretarlo como 'cazador'. Otros lo ven como el gentilicio de Tarasia, ilustre personaje originario de Tarento.

Pero Pérez, el Cura. Sigue Cervantes mostrando la vulgaridad de los personajes paisanos de don Quijote. Pero (Pedro) fue durante muchos siglos el nombre más frecuente en España (masculinización del latín petra, ‘piedra’, para adaptarlo al hebreo kefas, ‘piedra’, sobre la cual Jesús edificó su iglesia. Igual de corriente es su apellido patronímico, Pérez (‘hijo de Pero’).

El Barbero. En un lugar es llamado maese Nicolás, nombre griego, originado en Nikólaos, 'victorioso en el pueblo'. San Nicolás, patrón de marinos y mercaderes, es veneradísimo en los países nórdicos y orientales, donde su representación navideña (Santa Klaus, eufonizado Santa Claus) se ha fundido con el Papá Noel de los católicos. ¿Por qué este nombre, relativamente exótico? No olvidemos que cinco papas lo habían llevado, el último Nicolás V (1447-1455), lo que pudo haberlo popularizado.

Sansón Carrasco. El famoso bachiller llevaba un nombre bíblico, el último de los siete jueces de Israel, héroe nacional en la lucha contra los filisteos, invencible por su fuerza aunque sometido al fin por la astucia de una mujer, Dalila. El nombre de Sansón es, como tantos de la Biblia, simbólico, como prueba su interpretación: seguramente procede de samen, 'fuerte', o de saman, 'destruir'. En cuanto a Carrasco, frecuente apellido, alude a la carrasca, ‘coscoja’, una pequeña encina (Quercus coccifera). Nótese que los nombres del roble, en iberorromano, se forman casi todos a partir de la base preindoeuropea kar, ‘piedra’, porque robles y encinas crecen esencialmente en lugares pedregosos. El nombre y el apellido, ambos evocativos de fuerza y dureza, los eligió Cervantes con cierta ironía, aclarando que el bachiller era “no muy grande de cuerpo, aunque muy gran socarrón”.

Diego de Miranda, el Caballero del Verde Gabán. Diego es variante de Jaime (a su vez derivación del bíblico yah-aqob, formado con los componentes hebreos 'Dios' y quizá ageb, 'talón', aludiendo el nacimiento del patriarca, que tenía asido por el calcañar a su hermano gemelo Esaú: Yahaqob, 'el suplantador' o sea el 'sub-plantador', pues andando los años usurparía a aquél los derechos de primogenitura), por abreviación de Santiago (Sant-Yago, Tiago, Diego), latinizado Didacus por influencia del griego Didachós, 'instruido'. En el santoral, el nombre se ha independizado por san Diego de Alcalá. En cuanto a Miranda, es topónimo frecuente, aplicado a lugares con mucha vista (v. gr., M. de Azán, y M. del Castañar, en Salamanca, M. de Ebro, en Burgos, M. de Santiago, en Lugo).

Ginés de Pasamonte. El nombre de pila deriva del latín Genesius, y éste del griego genesis, 'origen, nacimiento' (raíz indoeuropea gen, 'generar', de donde las voces 'genético', 'generación', etc.). Genesios, 'protector de la familia', aunque se ha señalado el parentesco con el latín genista, 'retama', y también 'enhiesto, derecho' (visible en los nombres de la forma catalana Genís y de la planta, ginesta). Pasamonte, apellido-mote, es aplicado al vagabundo, que pasa los caminos y los montes. De todos modos, se ha conjeturado que Cervantes aludía con este nombre a un personaje real, Jerónimo de Pasamonte, antiguo saldado en Lepanto y cautivo en Argel. Incluso se ha dicho que es el personaje real que se esconde tras el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, autor del Quijote espúreo, que, resentido por esa identificación y por hacer público su mote (Ginesillo de Paropillo), habría dedicado su insultante prólogo a Cervantes.

Cardenio, el Caballero del Bosque, y Luscinda. Se trata el primero de uno de los nombres en boga en la época, inventados basándose en cultismos latinos. Procede de cardinus, ‘de color amoratado’. La amada de Cardenio tiene otro nombre inventado, variante poética de Lucina o de Lucía, con la adición del sufijo -ind, derivación del germánico -lind, sufijo feminizador. Lucía deriva del latín Lucius (y éste de lux, 'luz'), abreviatura de prima luce natus, 'nacido con la primera luz'. Lucina es un gentilicio de Lucía (con el sufijo -inus, 'relativo, de la familia de', y era la diosa romana de los alumbramientos, (Lucina, 'que da la luz'), asimilada a Juno y Diana. Con estos fantasiosos nombres nos sitúa Cervantes en el mundo de la novela pastoril, propio de los personajes.

El duque y la duquesa. Manifiesta Cervantes que su “título aún no se sabe”. Ácidamente comentó Miguel de Unamuno que Cervantes se vengó de sus burlas para con don Quijote condenándolos al anonimato perpetuo.

Roque Guinart. Es uno de los pocos personajes reales que se relacionan con el Quijote. Se trata de una variación sobre el nombre de Perot Rocaguinarda (1582-1635), bandolero catalán amnistiado, quizás el único del mundo con una calle dedicada donde se manifiesta explícitamente su “profesión” (Perot lo Lladre, en Barcelona). Rocaguinarda, aglutinación de ‘Roca de Guinarda’ (germánico win-hard, ‘amigo fuerte’).

Doncellas más o menos afligidas. Citemos en primer lugar a la princesa Micomicona, nombre adoptado por la discreta Dorotea para sacar al caballero de Sierra Morena atrayéndole hacia la arriesgada aventura de liberar de un usurpador a su padre, el rey Trinacrio. La divertida palabra “mico” o similares abundaban en la onomástica festiva de  la época. Así, en el torneo vallisoletano de Cuaresma de 1544 intervenía la reina Marimona de Salvajina entre otros personajes del acervo caballeresco. La doncella de la duquesa, Altisidora, lleva un nombre formado con Isidora (nombre griego de origen egipcio, ‘regalo de Isis’) y el prefijo ‘alto’. Su amiga Emerencia deriva del griego emeris, ‘dulce, agradable’. La infanta Antonomasia, heredera del reino de Candaya, indica con su nombre la excelsitud suprema (gr. antonomasía). Casildea de Vandalia, la dama del Caballero de los Espejos, equivale a “Casilda de Andalucía” (llamada en alusión a los vándalos, cf. con Dulcinea).

Personajes caballerescos. La mejor muestra de la fantasía del Manco de Lepanto se da en la descripción que don Quijote hace a Sancho de las manadas de corderos, que él toma por ejércitos. Dice el hidalgo a su atónito escudero:
—Aquel caballero que allí ves de las armas jaldes, que trae en el escudo un león coronado, rendido a los pies de una doncella, es el valeroso Laurcalco, señor de la Puente de Plata; el otro de las armas de las flores de oro, que trae en el escudo tres coronas de plata en campo azul, es el temido Micocolembo, gran duque de Quirocia; el otro de los miembros giganteos, que está a su derecha mano, es el nunca medroso Brandabarbarán de Boliche, señor de las tres Arabias, que viene armado de aquel cuero de serpiente, y tiene por escudo una puerta que, según es fama, es una de las del templo que derribó Sansón, cuando con su muerte se vengó de sus enemigos. Pero vuelve los ojos a estotra parte y verás delante y en la frente destotro ejército al siempre vencedor y jamás vencido Timonel de Carcajona, príncipe de la Nueva Vizcaya, que viene armado con las armas partidas a cuarteles, azules, verdes, blancas y amarillas, y trae en el escudo un gato de oro en campo leonado, con una letra que dice: Miau, que es el principio del nombre de su dama, que, según se dice, es la sin par Miaulina, hija del duque Alfeñiquén del Algarbe; el otro, que carga y oprime los lomos de aquella poderosa alfana, que trae las armas como nieve blancas y el escudo blanco y sin empresa alguna, es un caballero novel, de nación francés, llamado Pierres Papín, señor de las baronías de Utrique; el otro, que bate las ijadas con los herrados carcaños a aquella pintada y ligera cebra, y trae las armas de los veros azules, es el poderoso duque de Nerbia, Espartafilardo del Bosque, que trae por empresa en el escudo una esparraguera, con una letra en castellano que dice así: Rastrea mi suerte.
En todos ellos se nota la ironía cervantina. Laurcalco es un nombre inventado (lat. laur, sin duda inspirado en laurum, ‘laurel’, y, metafóricamente, ‘victorioso’, por las hojas de laurel con que eran condecorados los vencedores; germánico shalk, ‘siervo’). Micocolembo, formado por mico, ‘simio’ palabra nueva y chocante en la época (cf. Micomicona), y por ‘colendo’ (del lat. colendus, ‘venerable’, antiguamente usado como “festivo” (‘día colendo’). Brandabarbarán no necesita comentario: junto al venerable brand (germ. ‘espada’), frecuente en nombres germànicos, aparece Barbaranus, gentilicio de barbarus, ‘extranjero’. Pero el conjunto suena cacofónico y ridículo, reforzado por el estrafalario reino de Boliche. Timonel es el más corriente (‘encargado del timón, guía’), y Carcajona es deformación algo cacofónica de Carcasona. No hablemos de la dama Miaulina, hija de Alfeñiquén, obviamente derivado de Alfeñique, del ár. al-finiq, ‘los manjares delicados’. Pierres Papín fue un personaje real, de la época, un aristócrata tristemente célebre, por las palizas que les pegaba a las mujeres. Finalmente, Espartafilardo es un nombre que, curiosamente, se parece a “estrafalario”; en todo caso parece inspirado en la ciudad de Esparta, con el sufijo germánico masculinizador hard, ‘fuerte’. El Valdovinos carolingio es adaptación a un personaje de lo que en prinicipio fue un nombre de municipio autodescriptivo: 'Valle del vino', por la producción vitivinícola del lugar.

Otros caballeros. Ahí están Alifanfarón de Trapobana, cuyo nombre resume el carácter sarraceno que don Quijote le atribuye: alí, nombre árabe, y ‘fanfarrón’, referido a la entonces legendaria isla de Trapobana, Ceilán. A él se opone el audaz Pentapolín Garamanta, procedente de alguna Pentápolis (grupo de cinco ciudades) y del linaje de los Garamanta, citado por Ludovico Ariosto en su Orlando Inamoratto. Por supuesto que Trinacrio, el padre de la princesa Micomicona, es una versión de la isla de Trinacria (Sicilia, ‘la de las tres puntas’, gr. tri-akrós). Mambrino, personaje caballeresco famoso por su yelmo, originado en la tradición italiana, posiblemente ‘hombre de la niebla’ (germánico mann, ‘hombre’, italiano brina, por el latín pruina, ‘niebla’). Cleonardo, padre de Dorotea, lleva un nombre inventado, según costumbre de la época, modificación de Leonardo con el prefijo griego kleo, ‘glorioso’, y la terminación germánica hard, ‘fuerte’. Su famoso yelmo “que tan caro le costó a Sacripante”, se refiere a otro personaje de nombre fabricado, posiblemente por el latín sacer, ‘sagrado’, y el griego pantos, ‘todo). En la retahíla de nombres que don Quijote exhibe ante las críticas incrédulas del canónigo, destacan, aparte de Fierabrás, la dueña Quintañona, la mejor escanciadora de vinos que hubo en la Gran Bretaña, Pierres y la linda Magalona, etc.

Maritornes. La famosísima moza de la venta que se aporreó con Sancho recibió un nombre simbólico bien alusivo. Ya hemos hablando antes del nombre de María, palabra que, por su abundancia, acabó significando simplemente “mujer”, como vemos en numerosos compuestos: marisabidilla, marimacho, marizápalos… La maritornes sería la mujer del torno, aparato que se emplea para cerner harina, y en general, la mujer que se mueve en ambientes de cocina.

Enanos y gigantes. El primero que aparece en la obra es el famoso Caraculiambro, cuyo nombre, que ahorra toda averiguación, no puede ser más ridículo. O a Brocabruno de la Gran Fuerza, en cuyo nombre se encierra el latín brocca, ‘de dientes salidos’, y el germánico brun, ‘negro’. Citemos también el gigante Malambruno, cuyo nombre refleja su perversidad: ‘malo’ y bruno, ‘negro’, asociado con el Islam. Pandafilando de la Fosca Vista, agresor de la pobre princesa Micomicona, recibía el apodo “por mirar siempre al revés, como si fuese bizco, y esto lo hace él de maligno y por poner miedo y espanto a los que mira”, y que no hace más que repetir el nombre, derivado del latín pandus, ‘torcido, que pandea’ y el vulgarismo filar, por ‘mirar’.

Otros personajes fantásticos. Ahí está la bruja Urganda la Desconocida, personaje  de algún libro de caballerías, nombre que el ama trabuca, con involuntaria ironía, a Hurgada.
Los sabios Lirgandeo y Alquife, palabra inspirada sin duda en el alquifol o zafre, óxido de cobalto utilizado por los alquimistas. Arcalaus el Encantador, “enemigo mortal de Amadís de Gaula y de toda su parentela” (nombre griego, archeos-laos, ‘pueblo antiguo’)…

Nombres musulmanes. La historia del Cautivo (en buena parte, autobiografía del propio Cervantes) da ocasión de que aparezcan diversos nombres musulmanes más o menos corrientes, como Zoraida (‘graciosa’), la enamorada del protagonista, Agi  Morato (árabes Hajjaj, y Murad, ‘el deseado’, Arnaúte Mamí (arnaúte, ‘albanés’, per el verbo arnavut)… Otro personaje importante es Ricote, antiguo topónimo (Riqut) convertido en antropónimo.

Álvaro Tarfe. En realidad, el personaje fue creado por Alonso Fernández de Avellanda en su Quijote apócrifo. Es el caballero granadino que encierra al hidalgo en el manicomio de Toledo. Cervantes lo retomó para hacer burla de Avellaneda. En todo caso, el nombre reproduce el del legendario moro Tarfe, muerto en desafío por Garcilaso de la Vega durante el sitio de la ciudad por los Reyes Católicos por haber profanado el nombre de María. Álvaro, del germánico all-wars, ‘totalmente atento’, o de athal-ward, ‘guardián noble’. Tarfe, versión cristiana de Tarif, ‘raro, desconocido’.


Topónimos

Barataria. Cervantes, en el capítulo XLV de la Segunda Parte, aclara el nombre de la famosa ínsula cuyo gobierno tantos sinsabores dio a Sancho Panza cuando dice: “Diéronle a
Monumento a Sancho Panza en Alcalá de Ebro
entender [a Sancho] que se llamaba la ínsula Barataria, o ya porque el lugar se llamaba Baratario, o ya por el barato con que se le había dado el  gobierno”. No es inverosímil que Cervantes hubiera jugado con el significado del céltico barad, ‘engaño’, como resultó el gobierno. La tradición la asigna al lugar zaragozano de Alcalá de Ebro (literalmente, ‘fortaleza cabe el Ebro’), donde se levanta, junto al río, un monumento a su esforzado gobernador.

Campo de Criptana. Población situada a 3 km de las ruinas de Villajos. Es villa antiquísima, llamada antiguamente Quitrana, Critana o Chitrana, posiblemente antecedida por Certima, de la que tomó nombre. Fue conquistada por Tito Sempronio Graco, y tras el dominio árabe, pasó con los cristianos a las órdenes militares. La fortaleza perteneció a la Orden de Santiago y fue demolida en el siglo XV por mandato de los Reyes Católicos. La población actual, situada cerca de Alcázar de San Juan, nació en los siglos X u XI, al amparo de dicho fuerte, donde está la ermita de La Paz, llamándose simplemente El Campo, nombre que modificó al actual posteriormente por la comarca, al ser refundada en el siglo XVI por la misma orden de Santiago. Se sabe por los documentos de la época que en siglo XIV se llegaron a unir los dos núcleos. Fue llamada "la ciudad de los molinos de viento" (hoy sólo quedan muestras para uso del turismo), en los que se inspiró Cervantes para describir la lucha de don Quijote.

El Toboso. La interpretación del nombre de la patria de Dulcinea no ofrece dificultad: se trata de un derivado de toba, 'piedra caliza, muy porosa y ligera, formada por la cal que llevan en disolución las aguas de ciertos manantiales'. Hallamos el término en más lugares de nuestra geografía, como Tobar (Burgos), El Tovar (Jaén), Tobarra (Albacete) y otros. Algunos autores, sin embargo, prefieren derivarlo de toba, 'cardo borriquero' (antigua tûba, con el mismo origen). Es posible que Cervantes estuviera allí, e incluso en su cárcel, por cuestiones no bien aclaradas.

El pueblo de don Quijote. Dice Cervantes al final del libro: “Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendieran entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero”. Y en efecto, así ha sucedido.
Según Avellaneda, Argamasilla de Alba era la patria de don Quijote, que Cervantes ocultó en su obra. En la localidad se halla su casa de Medrano o cárcel en que la tradición (desmentida) supone que Cervantes estuvo preso y escribió el libro (el malentendido proviene de que el libro empezó a gestarse en otra cárcel). De hecho, algunos poemas en el inicio están aparentemente firmados por personas de allí. Covarrubias supuso que el étimo procede de argillae massa, 'masa de arcilla', con lo que designaría cualquier tipo de pasta empleada en construcción, y aplicable por tanto a ruinas. Sin embargo, la voz se aplicaba también con el significado de "azotea", lo que explicaría su abundancia en la toponimia hispana para designar lugares con casas provistas de cubiertas planas. La adjetivación Alba, ‘blanca’, alude al color de tantas poblaciones españolas, cuyas casas estaban blanqueadas con cal.
Pero hay otros candidatos. El más tradicional es Miguel Esteban (nombre sin duda de su fundador), localidad muy cercana al Toboso, sin otras pistas que esta proximidad. Otra es La Puebla de Almuradiel, que tiene un arroyo cercano (el Gigüela, que en verano reduce mucho su caudal), citado por Cervantes cuando el paje de la duquesa lleva una carta a Teresa Panza. En fin, Villanueva de los Infantes, más alejada, también pretende esta paternidad por el hecho de que se pasa por esa localidad para ir a Murcia, como afirma el Cura ante la princesa Micomicona.
Son vanas tales trifulcas: don Quijote pertenece a toda la Mancha, y cada lugar de ella es su patria.


Terónimos

Rocinante. El propio Cervantes nos aclara el nombre: alude a que su caballo era “rocín”, definido por el DRAE como “caballo de mala traza, basto y de poca alzada”. Don Quijote lo transforma en Rocinante, añadiéndole el sufijo activo –ante, expresivo de vigor y grandilocuencia (como en Júpiter Tonante), aunque es imposible dejar de advertir que también puede interpretarse como “rocín antes”.

Clavileño el Alígero. El mismo Cervantes nos aclara el nombre de este caballo volador de madera, “cuyo nombre conviene con el ser de leño, y con la clavija que trae en la frente, y con  la ligereza con que camina, y así, en cuanto al nombre, bien puede competir con el famoso Rocinante”.



Anexo
Censo de personajes del Quijote




Abencerraje
Abindarráez
Adán
Adriano
Agi Morato
Agosto
Agrajes
Agramante
Aguilar, don Pedro de
Alá
Alagón, familia
Álamos
Álamos
Alastrajareas
Alba, duque de
Alcalá, Pedro de
Alejandro
Alencastro, familia
Alfeñiquén del Algarbe, duque
Alida
Alifanfarón de Trapobana
Almohades de Marruecos
Alonso, pedro
Alquife
Altisidora
Altisidorilla
Ama
Amadís de Gaula
Amadís de Grecia
Amariles
Amarilis
Ambrosio
Amigo
Amor
Ana
Anarda
Andandona
Andradilla
Andrés
Ángel
Ángel
Angélica
Angulo el Malo
Aníbal
Anselmo
Anteo
Anteón
Antonio
Antonomasia, la infanta
Aparicio
Apeles
Apolo
Aquiles
Arcaláus
Archipiela
Argos
Aridiana
Ariosto, Ludovico
Aristóteles
Arnaúte Mamí
Artemisa
Arturo, el rey
Artús
Astolfo
Augusto César
Aurora
Austria, don Juan de
Austria, duque de
Avellaneda
Ávila, don Luis de
Azán agá
Azote, don
Azpetia, don Sancho de
Balvastro
Bañares, conde de
Barba, pedro
Barbarroja
Barbero
Barcino
Barrabás
Basilio
Belerma
Belianís de grecia
Belisarda
Belona
Belorofonte
Beltenebros
Benalcázar, conde de
Bernardo del Carpio
Bootes
Borbón, Carlos de
Borgoña, guy de
Boscán Almogáver, juan
Bosque, escudero del
Boyardo, Mateo
Bradabarbarán de Boliche
Bradamante
Bucéfalo
Buen Linaje
Burguillos, señor de
Burlador
Bustamante, Pedro de
Butrón
Caballero de la Ardiente Espada
Caballero de la Blanca Luna
Caballero de la Muerte
Caballero de la Selva
Caballero de la Sierpe
Caballero de la Sierra
Caballero de la Triste Figura
Caballero de las Doncellas
Caballero de los Espejos
Caballero de los Leones
Caballero del Ave Fénix
Caballero del Bosque
Caballero del Febo
Caballero del Grifo
Caballero del Sol
Caballero del Unicornio
Caballero del Verde Gabán
Caballeros de la Tabla Redonda
Cachidiablo
Cachopines de Laredo, familia
Caco
Cadells
Calaínos
Calipso
Camacho
Camila
Camoes
Canónigo de Toledo
Capilla, señor de
Capitán, Gran
Capitán, señor
Caprichoso
Caraculiambro
Cardenio
Carlo v
Carlomagno
Carlos V
Carloto
Carón
Carrasco, Bartolomé
Carrasco, el bachiller Sansón
Carrasco, Tomé
Carrascón
Cascajo
Cascajo, Teresa
Casilda
Casildea de Vandalia
Cástor
Catilina
Catón
Catón Zonzorino
Cautivo, capitán
Cava
Cecial, Tomé
Cerda, familia
Cervantes, Miguel de
Cervellón, Gabrio
Cervino
César, Julio
Césares, los
Charní, señor de
China, emperador de la
Cicerón
Cid
Cide Hamete Benengeli
Cide Hamete Berenjena
Cide Mahamate Benengeli
Cipión
Cipiones, familia
Circe
Cirongilio de Tracia, don
Claridiana
Claudia Jerónima
Clavijo
Clavileño
Clenardo
Clori
Colona, familia
Comendador griego
Corchuelo
Córdoba, loco de
Corella, familia
Cortés, Hernán
Cristina, doña
Cupido
Cura
Curambro
Curcio
Curcio, familia
Curiambro
Curiel, señor de
Dádiva
Dánae
Daraida
Darinel
Darío
David
Demonio
Demóstenes
Diablo
Diana
Dido
Dioscórides, Pedacio
Dirlos, el conde
Discreción
Dite
Dolorida, la Dueña
Donoso
Dorotea
Dríadas
Dulcinea del Toboso
Duques, los
Durandarte
Durindana, la espada
Eclesiástico, el
Eco
Egïón
Eguemón, conde de
Elena
Elisabat, el maestro
Emerencia
Emperador
Emperante
Emperatriz, la señora
Eneas
Ercilla, Alonso de
Eróstrato
Escotillo
Espartafilardo del Bosque
Esplandián
Esquife
Eugenio, el cabrero
Eurialio
Euríalo
Eva
Falces, Luis de
Fama, la
Fama, los Nueve de la
Faraones, los
Fauno
Favila, el rey
Febo
Felicia
Felipe (alusión a Felipe I, rey de España, hijo de Carlos I
Félix, ana
Felixmarte de Hircania
Fénix
Fernán González
Fernández de Córdoba, Gonzalo
Fernando, don
Ferrara, duques de
Fierabrás
Figueroa, Cristóbal de
Fili
Fílida
Filipo iii
Filis
Flérida
Flora
Florimorte de Hircania
Floripes, la infanta
Foces, familia
Fonseca, caballero de
Fonseca, cristóbal de
Forte, simón
Fortuna
Francenia
Francisca
Francisco i
Fratín, el
Frestón
Fritón
Frontino
Fúcar
Gaiferos
Galalón personaje de la Chanson de Roland; por su traición m
Galaor
Galatea
Galiana
Gandalín
Gante
García de paredes, Diego
Garcilaso
Gasabal
Gayo
Geraya
Gibraleón, marqués de
Gigote, don
Gil polo
Ginebra, la reina
Godofre de Bullón
Golías
Gonela, pedro
González, señora
Gran turco
Gregorio, don Gaspar
Gregorio, don Pedro
Grisóstomo
Guadiana
Guarino Mezquino
Guevara, Fernando de
Guillermo el rico
Guinart, Roque
Guisopete
Gurrea, familia
Gutiérrez, Juana
Gutiérrez, Mari
Guzmán, familia
Guzmán, Gonzalo de
Haldudo, Juan
Hebreo, León
Héctor
Heraclio, el emperador
Hércules
Hernández de córdoba, Gonzalo
Hernández, Tenorio
Hipócrates
Hipogrifo
Hipólito
Hoces, Tamón de
Homero
Horacio
Horacio Cocles
Hornos, conde de
Hurgada
Interés
Iseo
Jaramilla, la reina
Jarifa
Jasón de Creta
Jauregui, Juan de
Jerónimo, don
Jorge, micer
Juan de las Indias, preste
Juan Latino
Juan, don
Judas
Julián, conde
Julio
Júpiter
Juvenal, Décimo Junio
Laguna, doctor Andrés
Laida
Lamia
Lanzarote del Lago
Latino, juan
Laurcalco
Lautrec, monsiur de
Lazarillo de Tormes
Leandra
Lela Marién
Lemos, Pedro Fernández de Castro, conde de
León el Hebreo
León, don Manuel de
Leonela
Leonora
Liberalidad
Licurgo
Lirgandeo, el sabio
Lisipo
Lisuarte de Grecia
Lite
Llana, Diego de
Lobo, Pedro de
Lobuna, condesa
Lofraso, Antonio de
López Maldonado
López, Alonso
Lorenzo Corchuelo
Lorenzo, Aldonza
Lot
Lotario
Lucía
Lucifer
Lucinda
Lucrecia
Luis, don
Luna
Luna, don Álvaro de
Luna, familia
Luscinda
Macabeos
Machuca
Madama
Madama
Madásima, la reina
Madésima
Magallanes
Magalona
Magimasa
Maguncia, la reina
Mahoma
Malambruno
Mameluco de Persia, gran
Marsilio de Sansueña, el rey
Marte
Martínez, Pedro
Martino
Matusalén
Mauleón, el poeta
Mausoleo
Mayordomo
Medea
Medoro
Medusa
Melisendra
Menalao
Mendoza, familia
Meneses, familia
Mentironiana, la sabia
Merlín
Merlo, Juan de
Micocolembo
Micomicona, princesa
Miculoso
Mingo
Mingo Silvato
Minguilla
Minos
Miraguarda
Miranda, don Diego de
Miranda, don Lorenzo de
Miulina
Molinera, doña
Molinera, la
Molineros, los
Moncada, familia
Mondoñedo, obispo de
Monicongo
Montalbán, don Quirieleisón
Montalbán, Reinaldos de
Montalbán, Tomás de
Montemayor, Jorge de
Montesinos
Moreno, don Antonio
Morgante
Mozo
Mozo de mulas
Mucio, cayo
Muerte
Muley Hamet
Muley Hamida
Muñatón
Musas
Muzaraque, el moro
Napeas
Narváez, Rodrigo de
Nembrot
Nemoroso
Neptuno
Nerbia, duque de
Nero
Nerón
Néstor
Niarros
Nicolao, el peje
Nicolás, el peje
Nicolás, maese
Ninfas
Niso
Nogales, Aldonza
Noriz, don Pedro
Nueva Vizcaya, príncipe de la
Nuza familia
Ocasión
Oidor
Olalla
Olivante
Orbaneja
Ordóñez de Lara, Diego
Orelia
Orestes
Oria, Juan Andrea de
Oria, Pagán de
Oriana
Orlando
Osiris
Otaviano
Ovidio
Paje, el
Palafox, familia
Palas
Palinuro
Pallas, familia
Palmerín de Ingalaterra
Palomeque, Juan
Pancino
Pandafilando de la Fosca Vista
Pandahilado
Paniaguado
Panza, familia
Panza, Juana
Panza, Sancho
Panza, Teresa
Paralipomenón de las Tres Estrellas
Parapilla, Ginés de
Pares de Francia, Doce
Paris
Paropillo, Ginés
Parrasio
Pasamonte, Ginés de
Pedro
Pedro de Portugal, el infante don
Pedro, maese
Pegaso
Penélope
Pentapolín del Arremangado Brazo
Pentapolín Garamanta
Pepino
Pérez de Vargas, Diego
Pérez de Vargas, Garci
Pérez de Viedma, Juan
Pérez de Viedma, Ruy
Pérez Mazorca, Pedro
Pérez, Pero
Perión de Gaula
Periquillo
Peritoa
Perlerina, Clara
Perlerino, Andrés
Perogrullo
Perrillo
Persio Flaco, Aulo
Pierres
Pierres Papín
Pierres, mosén
Pílades
Pintiquinestra, la reina
Pío Quinto
Píramo
Placerdemivida, la doncella
Platir
Platón
Plutarco
Poesía
Polifemo
Polo, conde San
Polo, Gil
Pólux
Porcia
Posesión Pacífica
Primo, el
Ptolomeo
Puebla de Alcocer
Puebla de Alcocer, vizconde de
Puertocarrero, Pedro
Quejana
Quesada
Quijada
Quijada, Gutierre
Quijana
Quijana, Antonia
Quijano, Alonso
Quijote de la Mancha, don
Quijótiz
Quintañona, la dueña
Quiñones, Guiomar de
Quiñones, Mencía de
Quiñones, Suero de
Quirocia, duque de
Quiteria
Radamanto
Rapador, señor
Rebellas, familia
Rebuzno, el del
Recato, castillo del buen
Recio de Agüero, Pedro
Recio de Mal Agüero, Pedro
Reina
Reinaldos de Montalbán
Remestán, mosën Enrique de
Reposada, la viuda
Requesenes, familia
Ricardo, el duque
Ricota
Ricota, Francisca
Ricote
Roca, Vicente de la
Rocaberti, familia
Rocinante
Rodamonte
Rodrigo, rey don
Rodríguez de Grijalba, doña
Roldán
Rosa, Vicente de la
Roto de la Mala Figura
Rotolando
Rucio
Rufo Gutiérrez, Juan
Rugero
Ruidera, la dueña
Ruiz, Lope
Saavedra, tal de
Sacripante
Salazar, conde de
Salmantino
Salomón
San Bartolomé
San Basilio
San Diego Matamoros
San Jorge
San Juan Bautista
San Martín
San Pablo
San Pedro
San Polo, conde
Sanazaro
Sancha, doña
Sancha, Mari
Sanchica
Sanchico
Sancho Panza
Sandoval y Rojas, don Bernardo de
Sansón
Sansonino, pastor
Santa Apolonia
Santa Cruz, marqués de
Santa Lucía
Santiago
Santo Tomás
Sarna
Sarra
Satanás
Sátiro
Selim
Sevilla, loco de
Sila
Sileno
Silva, Feliciano de
Silvanos
Silvia
Sinón
Sísifo
Sobrina
Sobrino, el rey
Sol
Soldado
Solisdán
Solón
Tabla Redonda, Caballeros de la
Tablante de Ricamonte
Tansilo, luis
Tántalo
Tarfe, don Álvaro
Tarquino
Teodora
Terencio
Teresaina
Teresona
Teseo
Tesoro
Tibulo, Albio
Ticio
Tierra
Timates
Timbrio
Timonel de Carcajona
Tinacrio el Sabidor
Tiñoso
Tiopieyo, Juan
Tiquitoc
Tirante el Blanco
Tisbe
Tocho, Juan
Tocho, Lope
Tolomeo
Tolomeos, los
Tolosa, doña
Tolosa, la
Tomasillo el travieso
Tomillas, conde
Tonto, don
Torralba
Torralba, el licenciado
Torrellas, Clauquel
Torrellas, Vicente
Tosilos
Tostado, el
Trajano
Trapisonda, emperador de
Tres arabias, señor de las
Tres colas, condesa
Tres faldas, condesa
Trifaldi, la condesa
Trifaldín, el de la Barba Blanca
Tristán
Triste Figura, Caballero de la
Tulio
Turco
Turpín
Úbeda, Juan de
Uchalí
Ulises
Ulixes
Urbina, Diego de
Urganda la Desconocida
Urraca, la infanta doña
Urrea, familia
Ursino, familia
Valdovinos
Valentía
Valladolid, Diego de
Vargas y Machuca
Velasco, don Bernardino de
Vellido Dolfos
Ventero, el
Venus
Verino, Micael
Viedma, Clara de
Villadiego
Villalpando
Villanova, familia
Vireno
Virgilio
Viriato
Virrey de Cataluña
Virues, Cristóbal
Vivaldo
Vivar, Rodrigo de
Wamba, el rey
Xenofonte
Zancas, Sancho
Zanoguera, don Juan
Zeuxis
Zoilo
Zópiro
Zoraida
Zoroastes
Zorruna, condesa

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